jueves, 15 de mayo de 2008

Cambio y fuera II

…Salí de la oficina muy desilusionada. Ya no solo mi trabajo se consideraba tan básico que todos podían meterse a opinar y a darme directivas sino que tampoco valía mi palabra. Mi jefe sabe bien que mis argumentos siempre están más que fundamentados y que, en general, sostengo mis palabras con hechos razonables. Pero el tema no pasa por la razón sino por la forma. La forma cuadrada. La forma formal. La forma de un casillero sin llave. No importa cuán ridículo sea el planteo de los demás, si tu silla tiene una forma determinada, tus palabras son inservibles, ilógicas. No importa cuán preparado estés profesionalmente, no importa cuán inteligente seas, lo que importa es la forma y el lugar que ocupa tu silla.
Cuando empecé a trabajar en esta empresa descubrí la asombrosa comodidad de mi puesto. El trabajo no requería de mis neuronas, el sueldo era bueno. Y estaba bien. Yo todavía estudiaba y alquilaba un monoambiente. Y estaba bien. Durante todo un año pagué derecho de piso asistiendo a tres jefes, después pasé a asistir a uno solo. Después me recibí y la silla empezó a incomodarme. Después mi jefe se fue a vivir a Houston y volví a la silla que tenía cuando empecé. No, peor, volví a una silla peor. Ahora los jefes son todos, hasta los que todavía no nacieron. Ahora a mi silla le falta una pata, o dos, o tres. Ahora, después de casi nueve años acá, vuelvo a estar sentada en la misma silla en la que me senté aquel diciembre de mil novecientos noventa y nueve. Y ya no está bien. Yo no soy formal, no sigo las formas. Yo no sirvo para estar cómoda sin ninguna otra expectativa que la comodidad. Ya la comodidad me incomoda. Mi vida necesita algo más. Necesito sentir que soy útil, necesito saber que me escuchan, necesito saber que mi palabra no es mejor o peor porque estoy sentada en una silla o en un banquito. Necesito saber que si me esfuerzo, puedo crecer, escalar posiciones. No sirvo para este puesto. No sirvo para disimular mi cara cuando tengo que discutir porque no se acreditaron unas millas de un pasaje personal de un jefe. No sirvo para llamar a su dentista y pedirle un turno.
Necesito un cambio. Necesito crecer en mi trabajo. Necesito cambiar mi silla. Quizás pueda encontrar alguna otra dentro de esta empresa. Ojalá ese cambio este acá adentro. Si no cambio adentro, cambiaré afuera. Pero que necesito cambiar es un hecho. Cambio… y fuera.