viernes, 27 de julio de 2007

Él

Él es así, avaro y perverso, pero hábil. Él es así, tiene el extraño don de siempre, siempre parecer víctima, pero nunca, nunca, verdugo. Él llora, se acurruca en los rincones, se queda en silencio y sus ojos parecen olvidados por el tiempo. Él siente que es castigado, una y otra vez, por las injusticias cometidas contra su inocencia. Tiene las manos raídas por el frío y el alma congelada por el desdén. Miente; desconoce otra forma de comunicación. Oculta y engaña; es su manera de vivir.
Ayer supe, de casualidad, que estaba en Buenos Aires. Reconfirmé, de casualidad, que él es así, un alma negra disfrazada de desdicha, un viento hueco de palabras inservibles, una puñalada en la razón, un manojo de certidumbres toscas. Sentí, una vez más, esa mirada acusatoria de lobo disfrazado de oveja, sediento de alianzas que justifiquen lo injustificable.
Él es así, y yo, le creí…

jueves, 19 de julio de 2007

20 de julio

Se busca un amigo. No importa que sea hombre o mujer, basta que sea humano, basta que tenga sentimientos, basta que tenga corazón. Se necesita que sepa hablar y callar, sobre todo que sepa escuchar. Tiene que gustar de la poesía, de la madrugada, de los pájaros, del sol, la luna, del canto, de los vientos y de las canciones de la brisa. Debe tener amor, un gran amor por alguien, o sentir entonces, la falta de ese amor.
Debe amar al prójimo y respetar el dolor que los peregrinos llevan consigo. Debe guardar el secreto sin sacrificio. Debe hablar siempre de frente y no traicionar con la mentira o la deslealtad. Debe no tener miedo de enfrentar nuestra mirada.
No es necesario que sea puro ni que sea totalmente impuro, pero no debe ser vulgar. Debe tener un ideal y miedo de perderlo. Debe sentir pena por las personas tristes y comprender el inmenso vacío de los solitarios. Debe gustar de los niños y sentir lástima por los que no pudieron nacer.

Se busca un amigo para gustar de los mismos gustos, que se conmueva cuando es tratado de amigo. Que sepa conversar de cosas simples, de lloviznas y de grandes lluvias. Se precisa un amigo para no enloquecer, para contar lo que se vio de bello y de triste, de los anhelos y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad. Debe gustar de las calles desiertas, de los charcos de agua y los caminos, del borde de la calle, de acostarse en el pasto.

Se precisa un amigo que nos diga que vale la pena vivir, no porque la vida es bella, sino porque estamos juntos. Se necesita un amigo para dejar de llorar, para no vivir de cara al pasado. Que nos palmee los hombros, sonriendo o llorando, pero que nos llame amigo, para tener conciencia de que aún estamos vivos.

Vinícius de Moraes

martes, 10 de julio de 2007

Fantasmas

El fantasma de tus latidos me persigue, me acecha sin tregua y arremete con más furia en el invierno. A veces me susurra al oído por las noches y me obliga a levantarme. Voy a verte, acaricio tus cabellos enredados por el sueño, te beso varias veces y vuelvo a la cama. No puedo dormir. Doy vueltas ahogadas en silencio; me preocupa lo que pueda suceder si vuelvo a conciliar el sueño. Agotada, por fin, me duermo. Y sueño. Sueño que me caigo, que te busco, que corro, que no escucho tu llanto desesperado por encontrarme, que los gritos no brotan de mi garganta entumecida. Abro los ojos y respiro profundo. Sé que no hay vuelta atrás, sé que las secuelas de tus latidos truncos me obligan a ser centinela de tus sueños. A veces tengo miedo, y mucho. A veces desearía no tener que dormir. A veces el fantasma juega a disfrazarse de realidad para encarnarse con ahínco en mi cuerpo distraído, para recordarme que no puedo ni debo mirar a un costado. Llevo el fantasma de tus latidos entre mis dedos, encerrado en mi mente, agazapado en mis pensamientos, acurrucado en mi almohada.
Una vez más el invierno congela el calendario. Una vez más el invierno señala inquietud, intranquilidad, angustia y desesperación. Una vez más, fantasmas y realidades se juntan para debatir quién será el encargado de sentarse a nuestra mesa, para recordarnos que no importa de qué se disfracen, siempre estarán allí.