viernes, 27 de julio de 2007

Él

Él es así, avaro y perverso, pero hábil. Él es así, tiene el extraño don de siempre, siempre parecer víctima, pero nunca, nunca, verdugo. Él llora, se acurruca en los rincones, se queda en silencio y sus ojos parecen olvidados por el tiempo. Él siente que es castigado, una y otra vez, por las injusticias cometidas contra su inocencia. Tiene las manos raídas por el frío y el alma congelada por el desdén. Miente; desconoce otra forma de comunicación. Oculta y engaña; es su manera de vivir.
Ayer supe, de casualidad, que estaba en Buenos Aires. Reconfirmé, de casualidad, que él es así, un alma negra disfrazada de desdicha, un viento hueco de palabras inservibles, una puñalada en la razón, un manojo de certidumbres toscas. Sentí, una vez más, esa mirada acusatoria de lobo disfrazado de oveja, sediento de alianzas que justifiquen lo injustificable.
Él es así, y yo, le creí…