jueves, 31 de mayo de 2007

Certezas

A veces aparece ese “no sé qué” que me empaña los ojos despintados y me deja con la mirada perdida en los recuerdos.
A veces ese no sé qué se presenta inesperadamente, como hoy, uno de esos días en los que no solo está nublado de la ventana para afuera, sino de la camiseta para adentro. Será que desde hace tiempo soy sombra y fotógrafa de las vivencias ajenas; será que el calendario deshoja el otoño para precipitarse en el invierno; será que todo está tan tranquilo que asusta; será que hoy así, al pasar, descubrí un amor. Y entonces será que entristecí, no porque los protagonistas de la historia no merezcan vivir un amor pleno, sino porque desde que descubrí mi extraño don para predecir finales y comienzos, ya no soy protagonista sino mera observadora. Ya no actúo, me cansé, solo observo. Observo la vida de los otros, sus logros, sus crecimientos profesionales, sus amores, sus desventuras. Vivo desde el banco suplente alegrías, traiciones y deseos. Olfateo los amores nuevos a distancia, los engaños, las mentiras, los desenlaces de parejas siempre truncas. Sé con seguridad sin método alguno más que una profunda certeza el sexo del niño por nacer. Sé que no lo pienso, solo lo siento. Siento en todo el cuerpo certezas extrañas. Tengo el estigma “yo sabía” marcado a fuego en la sangre. A veces desearía, simplemente, no saber.
Hoy no me maquillé. ¿Para qué? Sé que no voy a encontrarme con nadie más que mis propias certezas. Tan solo, lo sé.