viernes, 20 de diciembre de 2013

Haciendo amigos. Sumate.


Esto sucedió un agosto de años atrás. Recuerdo que había quedado en encontrarme en una cita a ciegas. Horrible. El sujeto nunca apareció ni se dignó a avisar que no se apersonaría. Lo odié. Quise estrangularlo con mis propias manos hasta dejarlo azul.

Un mes después me llega este mail:

¡¡¡ Feliz día de la primavera, bonita !!!

Como verás cambié la dirección de email y es porque según los chicos de hotmail la anterior tal vez no la use solamente yo. Esta nueva es como la anterior pero agrega el 1.

Beso

Mi respuesta:

A ver, Ernesto o Eduardo, o Evaristo, o comotellamesquémasda... Cómo explicarte... No pensaba escribirte ni mails, ni cartas, ni pensaba llamarte otra vez. No sé qué pensamiento exótico habrá pasado por tu cabeza primaveral como para considerar que después de haberme dejado plantada en una esquina porque ese día cambió el viento, salió el sol y se te ocurrió mudarte a Jujuy, yo podía querer recibir un estúpido saludo primaveral de tu parte, en lugar de un mail de disculpas por haber decidido ejecutar un plan más interesante que conocerme. Ubicate, Ernesto, ubicate. Vos tenés tantas ganas de conocerme como yo de mudarme a la base Marambio. Ahora haceme el grandísimo favor de eliminar mi mail de tu floripondiosa casilla y de olvidarte de que existo. Dejame vivir.
Ah, cierto. Feliz primavera.


Y bueno a veces no me alcanza con solo hacer “delete”.