viernes, 25 de enero de 2008

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras
que usó el áspero Norte
para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar
de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre
se levanta a la voz del ave,
ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,
pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto).
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
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Jorge Luis Borges

lunes, 21 de enero de 2008

A tono

Si cuando escribo te escribo con la esperanza de que no te alejes, si cuando duermo te sueño porque me siento habitada por los recuerdos, si cuando estoy despierta te extraño hasta el punto de que me embarga la tristeza más honda y elemental es porque no sé dónde guardar los despojos de esta precaria historia ni en qué cajón acumular las palabras dichas.
Si para que suceda lo que no seduce basta la mínima existencia pero para que no suceda lo sucedido no existe remedio alguno, no entiendo en qué consiste el camino de la indiferencia, porque coincidimos en compartir lo compartido.
Si cuando expongo lo que siento me vuelvo descartable, si cuando intento sostener palabras mutuas me encuentro sola en la marea, soy culpable de lo sentido, pero jamás podrás tildarme de cobarde. Si para no escribirte cuando escribo, para no soñarte cuando duermo y no extrañarte cuando vivo debo recorrer otro camino, me ahoga una pena aún más profunda: olvidar lo sucedido.

jueves, 17 de enero de 2008

Blog

Estos días estuve pensando mucho en este espacio, mi blog. Este espacio que abrí con una idea algo similar a la de un diario íntimo, con hojas en blanco deseosas de vivencias, pero sin llave. Desde un primer momento intenté transmitir historias, algunas noveladas y otras no tanto, algunas mezcladas con la imaginación y otras exquisitamente verdaderas, como la vida misma. Mi intención no es tomar decisiones específicas ni posicionarme de determinada forma frente a la vida cuando comparto con ustedes las cosas que escribo; simplemente las comparto, leo sus opiniones y los disfruto. El blog es una parte de lo que soy, no todo lo que soy. Me gusta leer, escribir, aprender de ustedes. Todos los que tenemos un espacio en la web sabemos que hay alguien detrás de una pantalla en algún punto del planeta, leyendo. Y así escribimos, sabiendo que no estamos solos. Sin embargo, algo que escribí precipitó un desenlace que no deseaba. Y la verdad es que lo estoy pasando mal, muy mal. Con esto no pretendo palabras de aliento, les cuento sencillamente que si hay algo que escribí que solo sirvió para generarme más angustia de la que tengo ahora, para restar y seguir restando, ya no sirve. Entiendo entonces que debo aprender a manejar mejor este espacio, sin comprometerme tanto, inventando más fantasías que contando realidades. Sabrán disculpar.

jueves, 10 de enero de 2008

Ayer soñé

Ayer te soñé sin rostro. Ayer te soñé seguro, fuerte, pausado en el andar. Tus brazos firmes transmitían seguridad, tu mirada cálida desnudaba el alma. Ayer soñé que se abría una brecha en el tiempo, un instante entre el día y la noche que no le pertenece a nadie; un instante en el que el reloj se detiene ante un mundo paralelo por donde se filtra la resolana como antesala del tiempo. Ese mundo inventado era posible. Soñé con el perfume de tu voz, las caricias de tus besos y el destierro definitivo de la incertidumbre. Soñé que podíamos soñar juntos, aprovechando el descuido de la razón y la magia del sentimiento. Soñé que sentías lo mismo que yo, que caminábamos sobre el pasto mojado por el rocío, para volvernos invisibles bajo un deseo común.
Ayer soñé que soñaba. Lástima que fue un sueño. Lástima que fue ayer.

lunes, 7 de enero de 2008

Ramiro II

Confieso que iba a escribir otra cosa. Tenía todo un post preparado para el retorno de mis vacaciones, pero el mail que recibí esta mañana amerita algo diferente, sobre todo porque si bien soy una persona un tanto rencorosa, cuando alguien a quien quiero me dice cosas lindas me olvido de todo el pasado, se me aflojan los volados del vestido y empiezo de cero, como si nada malo hubiera pasado jamás.
Hace poco les hablé de Ramiro. Muy bien, aquí va lo que acabo de leer:



"He vuelto. Reconozco que te extrañé mucho y me urge saber como andan tus cosas. Espero que hayas pasado un hermoso fin de año y que tus cosas y tu gordita estén muy bien.
Te mando un beso gigante.
Pd: El quilombo que se me armó no pasó a mayores (no sé si te interesa saberlo, pero, nobleza obliga te lo tenía que contar)".


Por un lado me alegra saber que vivo en el recuerdo de alguien a quien aprecio a pesar de los pequeños palazos que me ha dedicado, pero por otro, me pregunto cuándo será el próximo desencuentro, el próximo problema por algún mail o quién sabe qué cosa se cruzará por ahí que vuelva a dejarme a un costado del camino.

Ha vuelto. Y yo no sé qué hacer...