viernes, 29 de agosto de 2008

Espejo

No me digas nada. No hace falta más. Yo tampoco sé qué estoy haciendo, ni porqué. Silencio, no me hables. No ahora, que puedo sentirte, por fin, después de tanto tiempo. No sé, no sé qué voy a hacer con esto que tengo entre las manos, arraigado al corazón como si la vida se terminara a la vuelta de la esquina. No quiero saber. No, no me hables. No quiero escuchar lo racional de tus palabras, los conflictos que se esconden detrás de esto que es hoy. No quiero escuchar nada sobre el mañana o sobre lo mal que estoy manejando el hoy. Silencio, no digas nada. No necesito desmembrar este momento, ya no más. No me mires en el espejo intentando sorprenderme, no volveré a llorar.
Y poco a poco los deseos más íntimos y oscuros se van cumpliendo. Y cuando ya de regreso en la soledad recuerde este momento podré decir “qué sabio fue el silencio”…

viernes, 22 de agosto de 2008

Dueña :)

Ya pueden felicitarme. Ayer concreté un pequeño sueño. Después de muchos años de esfuerzo y ahorro, ¡¡¡¡por fin tengo auto!!! Quiero agradecerle a mi vieja, que me dio sus primeros votos de confianza y muy especialmente a mi hermano. Sin su ayuda todavía estaría a mitad de camino :)
Con ustedes, la nueva adquisición:



martes, 12 de agosto de 2008

Catarsis

Lo odio. No me importa lo que piensen de mí, lo odio. Y no, no quiero escuchar esa frase berreta: “Él se lo pierde”, porque no existe consuelo más idiota que pensar que el otro se está perdiendo algo que nunca quiso tener. Lo odio. Odio sus pelos de vinchuca, enredados en su mugre de miserable. Odio su sonrisa sarcástica y burlona, su cara de víctima y sus ojos de carnero degollado. Odio su olor a laburante de puerto pestilente, sus manos secas, sus arrugas de viento sureño olvidado. Odio su manera de pensar, sus justificaciones injustificables, su tupé para cortarme el teléfono cuando intento hablarle de su hija, que añora en silencio los abrazos de su papá. Lo odio. Cada invierno regresa a Buenos Aires, transformado en pura mugre, incomunicado con nuestros conocidos en común para que no delaten su paradero, ni intencional ni descuidadamente. Odio su “jodete” eterno con el que se refiere a nuestra hija en común, a su educación, a su cuidado, a su contención, a su salud.
No intento que me comprendan. No quiero que me justifiquen. Él pertenece a una clase de sujetos que justifican su proceder vaya a saber con qué lógica enquistada y anormal, cuasi comparable a la locura del torturador y del asesino. Él es capaz de atropellarte con el auto y seguir de largo sin remordimientos ni culpa. Él tendrá por siempre una vida miserable, lo juro.

martes, 5 de agosto de 2008

Perlitas

Me encuentro nuevamente trabajando en la corrección de un cuadernillo sobre la Patagonia. Esta vez le toca el turno a las Comisiones de Auxilio, formadas por seres que ad honórem se dedican a salvar a los accidentados en las montañas. Sin ahondar en el contenido, quería compartir con ustedes algunas perlitas textuales que encontré en el primer borrador, que será editado y más que pulido antes de su versión final.

A saber:
1) Es preferible estar entero no se sabe dónde que por la mitad en un lugar conocido.
2) Los perdidos se agotan, se desesperan y se rompen el alma.
3) Si el accidente es grave, comience a rezar. Es más conveniente resignarse y sentarse al lado del accidentado, porque salvo que usted sea médico, no puede hacer un comino.
4) Una lesión en la cabeza puede ser muy grave, aunque el cristiano afirme que no tiene
nada.
5) Si la cosa no mejora, habrá que empezar a llamar a los muchachitos de la Comisión
de auxilio.
6) En general no pasa nada, pero nunca falta un chambón, que por supuesto no es usted,
pero que los hay, los hay.

Lo del comino merece un diez. ¿No es genial??