jueves, 1 de noviembre de 2007

Situaciones Halloween

¿Qué hora es? Uf, como la una de la mañana, mejor me voy a dormir. Por suerte la peque duerme tranquila así que todo está en orden. Apago las luces, me acuesto. Qué linda noche de verano, las ventanas abiertas, un vientito fresco… ¿Y esa música? ¿De dónde viene? Ay, DEL LIVING, ay. Parece el andador de la peque, pero hace días que no lo usa. ¿Me levanto? ¿Me tapo? ¿Me escondo? Alguien entró, seguro. Imposible, la puerta está bien cerrada y el balcón tiene rejas. No suena más. Voy a ver, no, mejor no. Sí, claro, a ver si tengo que salir corriendo. Otra vez la música. Coraje, mamá. Sí, ojalá estuviera María Aurelia Bisutti en mi lugar. Es el andador, uf, no hay nadie, qué alivio. ¿Alivio? Bueno, le saco las pilas y listo… ¿Listo?

(…)

Año 1990, sola en casa, me voy a bañar. Mamá está trabajando y no tiene que venir. Qué bueno, un baño relajante y terapéutico. Enciendo la ducha, subo el calefón, me meto al baño. Golpean la puerta… del baño. ¿Cómo que golpean la puerta del baño? ¿Quién es? ¿Quién es? Bueno, ideas mías, si no hay nadie. Otra vez los golpes, fuertes y claros. Tres. Seguro es la vieja que salió más temprano del laburo, vino para casa y se está haciendo la graciosa. Termino, salgo de la ducha. Abro la puerta, no hay nadie. La casa está desierta. Llamo a mamá al trabajo: “Hola, mi amor, vuelvo a casa más tarde que lo de costumbre porque tengo dentista hoy, ¿todo bien?”.

(…)

Abuela, te juro que a veces, cuando me quedo a dormir en la pieza del fondo, de golpe se enciende la luz. Ella: “¿Otra vez tu hermano y vos viendo películas de terror? Déjense de pavadas y vayan a dormir. Dejá que la luz la apago yo”.
Dos de la mañana, la luz prendida, mi hermano dormido como un tronco en la cama de al lado. “Che, pelmazo, ¿vos encendiste la luz?” Él: “¿Qué querés, tarada, para qué me despertás? ¿No ves que mañana tengo prueba de lengua? No, no encendí nada, apagá la luz, querés”.
Me levanto, voy al cuarto de los abuelos, duermen tranquilamente. Tengo miedo, bastante. Abuela, la luz, otra vez. Ella: “Ay, nena, bueno, me quedo a dormir con ustedes en la pieza”. A las cuatro de la mañana me despertó la abuela: “¿Nena, vos encendiste la luz?".
Nota aclaratoria: todas estas historias son verídicas y han sido experimentadas en carne propia.