Negociante aburrido de sonrisas infames, esculpidas por la astucia de los que se deleitan como mercaderes de sentimientos. Portador de recuerdos desdibujados por la indiferencia de la razón; tejedor de voluntades inservibles, tu vida transcurre flotando aferrada a un tronco hueco. El aburrimiento desconsiderado se burla de tu rutina, incesante laberinto de dudas y cuestionamientos eternos. Y ahí estás, remando solo los destrozos de un barco a la deriva pegado con plasticola; engañando tu realidad con falsas promesas de felicidad. Y así te imagino ahora, solo, encerrado en tu propia asfixia, torturándote a diario con tus pensamientos, soportando tu incapacidad para brindarte por completo, esquivando plenitudes para conformarte con migajas de ilusión.
Mercader de amores tristes y dolores irreparables, navegante en un mar de lágrimas secas que ayer, hoy, mañana y siempre te conducirán al punto de partida de tu hipócrita laberinto de dudas y confusiones.
Mercader de amores tristes y dolores irreparables, navegante en un mar de lágrimas secas que ayer, hoy, mañana y siempre te conducirán al punto de partida de tu hipócrita laberinto de dudas y confusiones.