martes, 6 de septiembre de 2011

Silencio

“Hay personas que han logrado sobrevivir al espantoso canto de las sirenas.
Nadie —hasta ahora— ha logrado sobrevivir a su silencio ”.
Franz Kafka

Aturde el silencio cuando se agota la espera. Pasan los días, las horas y todo sigue igual. Al grito desesperado no hay respuesta más que el sórdido silencio de siempre. Me dejaste ir sin más, con los pies descalzos, las palabras ahogadas en llanto y la promesa de no regresar. Siempre creemos que sigue habiendo un mañana en el que será posible detener lo que ayer y hoy pasa, lo que se ha convertido en nuestra rutina y nivela nuestros días y nuestras noches, lo que se instala lentamente en nuestros huesos al punto de necesitar de esos elementos para no sacrificarnos, para no renunciar a nuestra vida así como está, así como nos permite sostenernos.



Llevo mis palabras hechas ceniza para juntarlas con las que supieron quedar. Dejo los remos a un costado de mi barco a la deriva y respiro realidades mientras la ilusión se vuelve un arma blanca que me ataca por la espalda. Cuesta, cómo cuesta remar solo. Cómo cuesta reconocer que permanecerá el espacio mientras el tiempo se borrará para siempre, escondido en un cajón. Y mientras el silencio empuña la daga del dolor y alimenta la desesperanza de ya no esperar, respondo con profunda tristeza: lo dejé porque nunca más volvió…