viernes, 29 de agosto de 2008

Espejo

No me digas nada. No hace falta más. Yo tampoco sé qué estoy haciendo, ni porqué. Silencio, no me hables. No ahora, que puedo sentirte, por fin, después de tanto tiempo. No sé, no sé qué voy a hacer con esto que tengo entre las manos, arraigado al corazón como si la vida se terminara a la vuelta de la esquina. No quiero saber. No, no me hables. No quiero escuchar lo racional de tus palabras, los conflictos que se esconden detrás de esto que es hoy. No quiero escuchar nada sobre el mañana o sobre lo mal que estoy manejando el hoy. Silencio, no digas nada. No necesito desmembrar este momento, ya no más. No me mires en el espejo intentando sorprenderme, no volveré a llorar.
Y poco a poco los deseos más íntimos y oscuros se van cumpliendo. Y cuando ya de regreso en la soledad recuerde este momento podré decir “qué sabio fue el silencio”…